Europa se ha movilizado para establecer medidas que reduzcan el impacto negativo de las redes sociales.
La Unión Europea ha puesto en marcha y financiado, desde finales de 2018 y durante tres años, una serie de proyectos destinados a luchar contra la desinformación, dentro del programa de investigación e innovación Horizonte 2020. En este sentido, la principal iniciativa ha sido el Observatorio Social de Desinformación y Análisis de Redes Sociales (SOMA), que estuvo activo hasta abril de 2021. Su objetivo consistió en conocer la dinámica de las redes sociales que favorecen la creación de los desórdenes informativos, así como la relación de estas con otros sectores. Este programa, coordinado por el Centro de Tecnología de Atenas, perseguía desarrollar un índice de Transparencia de las fuentes en las redes.
El Consejo Europeo de Innovación también ha ayudado a empresas que cuentan con sistemas semiautomáticos de detección de noticias falsas como Truthcheck o la española Newtral.
A continuación, se muestran los proyectos más importantes que han formado o continúan formando parte de la financiación europea.
SocialTruth, coordinado por el Instituto de Sistemas Informáticos y Comunicaciones de Grecia, estuvo vigente hasta finales de 2021. Su objetivo estuvo fijado en permitir el fácil acceso a servicios de verificación.
Eunomia, de la Universidad de Greenwich perseguía proporcionar herramientas que contribuyesen a la alfabetización mediática.
WeVerify lo coordinó la empresa Sirma Ai Ead y perseguía implicar a periodistas, ciudadanos, reporteros independientes y de redacción en la creación de una plataforma de código abierto.
FANDANGO contaba con el Big Data para prevenir la diseminación de los desórdenes informativos, este proyecto ha sido coordinado por Ingegneria Informática SPA en Italia.
PROVENANCE, coordinado por la Universidad de la Ciudad de Dublín, cuyo objetivo es dar confianza y capacidad de verificación a los usuarios de las redes para que puedan participar en términos de igualdad en el debate digital, se extenderá hasta el 31 de mayo de 2022.
La pandemia por el coronavirus se convirtió en una ventana de oportunidades para algunos proyectos que incorporaron a sus objetivos la lucha contra la desinformación en el ámbito sanitario.
Co-Inform, dedicado a la alfabetización mediática principalmente y coordinado por la Universidad de Estocolmo, añadió el combatir la desinformación sobre el coronavirus como una de sus principales objetivos.
Quest, proyecto más ligado a la ciencia y la comunicación coordinado por la Universidad Internacional de Venecia.
Tresca, vinculado al conocimiento de cómo la comunicación científica puede ayudar a reconstruir la confianza en la ciencia, coordinado por la Universidad de Erasmus de Rotterdam.
También se creó la plataforma Epidemics Intelligence from Open Sources (EIOS), en colaboración entre la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Centro Común de Investigación (CCI).
Algunas de las herramientas recomendadas para mantener el pulso a la desinformación son Misinfo Classifier, utilizado para la detección de noticias falsas y Social Rumour, que es empleado por la Comisión y el Parlamento Europeo y cuya función es detectar cuentas de Twitter con enlaces a fuentes que podrían ser falsas.
A través del Consejo Europeo de Investigación se han financiado también investigaciones teóricas. Entre ellas, los proyectos de Phil Howard (COMPROP), el de Jason Reifer (DEBUNKER), y el que estará en marcha por cinco años desde 2019 (FARE) de la investigadora Joana Gonçalves de Sá. También se respaldan iniciativas de prueba de concepto como han sido GoodNews, coordinado por la Universidad de la Suiza Italiana y LEMAN, proyecto que continúa hasta el 30 de septiembre de 2022, coordinado por el Colegio Imperial de Ciencia, Tecnología y Medicina de Londres.